domingo, 4 de octubre de 2009

¿Qué pasaría si los padres demandaran?

Recientemente leí el artículo “Dad Gets Custody; Sues Oklahoma Dept. of Human Services and DV Shelter” (http://glennsacks.com/blog/?p=4209) por el abogado Robert Franklin. Este artículo merece ser leído, debido a su particular aproximación al problema de la violencia doméstica y a lo que Franklin llama la “industria de la violencia doméstica”.

La violencia doméstica es un asunto extremadamente delicado. De un lado, la violencia doméstica es un problema real que es sufrido por ambos géneros y que causa numerosas casa año. De otro lado, durante las disputas por custodia, las acusaciones de violencia doméstica (justo a las de abuso sexual) son frecuentemente usadas como medios para excluir a uno de los padres de las vidas de sus hijas y de erradicar del proceso cualquier probabilidad de un trato justo. Porque muchos que se divorcian saben que las cortes siguen la política oficial de “disparar primero, preguntar después”, acusan de violencia doméstica a la otra parte para aislarla de sus hijos. Y ya que hacer acusaciones falsas es un crimen en todos lados excepto en las cortes de familia, la acusadora sabe que aún cuando las acusaciones sean probadas falsas y malintencionadas, aún cuando muchas veces el otro padre haya pasado tiempo en la cárcel, nada les pasará a ellas y habrán logrado su objetivo plantar una barrera física y temporal entre el padre y sus hijos.

Es desde el reconocimiento de esta complejidad que el artículo de Franklin debe ser leído. El artículo comienza declarando las preocupaciones de Franklin respecto a la manera en que los refugios de mujeres maltratadas manejan el problema de la violencia doméstica. Citando un estudio hecho en Alemania, sostiene que muchos refugios funcionan como centros de indoctrinación del feminismo radical, donde les enseñan a las mujeres que sólo los hombres son perpetradores y sólo las mujeres son víctimas. Este unto de vista asume que la violencia doméstica es un acto político de poder y opresión, no el resultado de un desorden psicológico. Estos refugios, más que hacer un esfuerzo por realmente ayudar a las víctimas, frecuentemente su meta es la separación, ya sea por divorcio o de otra forma, de la mujer y de su esposo/compañero.

Es en este contexto que el caso de Crystal Hall debe ser entendido. La Sra. Hall, quien sufre de una forma de incapacidad mental/emocional/psicológica, contactó a Safenet Services, un refugio para víctimas de violencia doméstica en Oklahoma, reclamando que ella y sus cinco hijos habían sido abusados por su esposo, James Hall. Safenet, por medio de su directora ejecutiva, Donna Grabow, le sugirió el divorcio como la única solución a su situación, diciéndole que la corte sentiría empatía con un mujer víctima de abuso.

En el transcurso de 28 meses, el Sr. Hall fue sometido a siete evaluaciones por varias agencias estatales, en todas las cuales fue encontrado ser un padre adecuado y amoroso, sin ninguna evidencia de haber abusado de su esposa o de sus hijos. La corte ordenó que los niños fueran puestos en su custodia y le ordenó a su esposa pagar pensión alimenticia, dado que ella es mentalmente capaz de trabajar, y de hecho lo está haciendo.

Desde que esta odisea empezó, no ha habido una mejora significativa en la salud psicológica de la Sra. Hall, y se ha vuelto seriamente co-dependiente de Grabow y Safenet, quien viene a su casa tres veces al día, siete días a la semana para asegurarse de que se haya tomado su medicamento. Más aún, a pesar de que la corte le otorgó a ella visitación, la Sra. Hall no ha hecho esfuerzos por visitar a sus hijos por más de un año. Aún más preocupante es el hecho de que el juez de la corte de familia de Oklahoma le ha prohibido al personal de Safenet contactar a los niños Hall, quienes se sienten acosados por la organización.

Franklin evalúa el caso Hall como un caso de “una mujer mentalmente instable quien cayó en las manos de un más o menos típico refugio de violencia doméstica”. Porque el refugio siguió religiosamente la ideología de que los hombres son abusadores y las mujeres son víctimas, aceptaron sin cuestionar los reclamos de la Sra. Hall, y le urgieron divorciarse con la promesa de la custodia de sus hijos. Y a partir de entonces, el enredo que siguió a continuación.

Ahora el Sr. Hall ha sometido una demanda civil por daños en contra del Departamento de Servicios Humanos de Oklahoma, de Safenet Services, Inc. y de Donna Grabow. Yo siempre me había preguntado de qué pasaría al sistema de cortes de familia si los padres que ha sufrido sus abuso contraatacaran con acciones legales, no en contra de sus esposas como lo hacen usualmente, sino en contra del sistema mismo. El Sr. Hall es probablemente uno de los primeros, si no el primero, de una nueva raza de padres que debe propagarse rápido.

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