domingo, 26 de octubre de 2008

Sobre la privacidad del dolor


Mi dolor es mío es uno de los boleros clásicos del compositor puertorriqueño Felipe Goyco, mejor conocido como Don Felo. A pesar de que no es uno de mis boleros favoritos (y el bolero es uno de mis géneros musicales favoritos), quiero citar su título por la terrible verdad que éste expresa: El dolor, gracias a su naturaleza individual, privada, es una condición imposible de compartir, imposible de expresar.

Nuestro dolor es nuestro dolor. Nuestro dolor es algo que, no importa cuántas palabras hablemos y cuántas señales demos, ningún otro ser humano será capaz de entender. Nadie puede imaginar, mucho menos comprender la intensidad y la dimensión de lo que sentimos. Incluso los que alguna vez han sufrido el mismo dolor, una vez lo han sobrevivido lo olvidan, y si se encuentran con otra persona que esté pasando por la misma situación que ellos una vez pasaron, tienden a menospreciarla como una situación pasajera o como una situación a la que tarde o temprano nos acostumbraremos: “Yo recuerdo cuando mi padre murió.” “Yo tuve pulmonía una vez.” “Mis hijos se criaron sin mí, pero ya son adultos.” etc. Peor aún, muchas conversaciones entre gente que está en la misma situación se convierten en guerras para decidir quién es más desgraciado: “A ti se te murió tu padre, pero a mí mi padre y mi madre.” “Tú tienes pulmonía, pero yo tengo cáncer.” “Tú ves a tus hijos una vez a la semana, pero yo una vez al mes.” La naturaleza humana es, como ya han dicho otros más sabios que yo, egoísta, miserable.

Nuestro dolor solo nos importa a nosotros. Y digo esto para afirmar, ahora desde la perspectiva de los padres que creemos en la custodia compartida y que sufrimos las tristes consecuencias del estado actual de las leyes, que nadie que no sea un padre en esta situación se va a interesar en solucionar el problema, y sospecho, y digo esto con pesar profundo, que nadie que no sea un padre en nuestra situación hará nada por resolverlo.

De esto se desprende que los únicos que lucharán por defender un derecho son aquellos que son directamente afectados por la falta del mismo. Esto no es raro: Con raras excepciones, los que lucharon y consiguieron los derechos para los negros fueron los negros, las que lucharon por los derechos de las mujeres fueron las mujeres, así también los obreros, los gays, etc.

Los únicos que lucharán por los derechos de los padres y madres no custodios serán los padres y madres no custodios. Sólo nosotros sabemos y sufrimos lo que nosotros sabemos y sufrimos.

Necesitamos organizarnos. Necesitamos establecer redes de comunicación entre todos los que luchamos por nuestros hijos. Necesitamos hablar, ya no con nuestros amigos y parientes en ámbitos privados y en voz baja, sino en público y con el mayor ruido posible. Necesitamos luchar, no como individuos que vayan a las cortes uno a uno, sino como un grupo que haga presión sobre el sistema entero, políticos, jueces y agencias gubernamentales.

Comencemos la lucha. Nuestros hijos nos esperan.

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