domingo, 2 de noviembre de 2008

Contra la resignación


…el reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo arrebatan.
Jesucristo

La resignación es cobardía. Aceptar la vida tal como se nos presenta, aceptar la injusticia y la desigualdad como si fueran parte inevitable de la vida, es cobardía.

Por eso, porque ningún ser humano está obligado a resignarse con menos de lo merece, porque ningún ser humano tiene que sufrir calladamente los embates de la vida, la única opción que nos queda es la lucha valiente, la lucha incesante, la lucha hasta el final victorioso.

Por eso, cada vez que escucho alguien decirme que debo alegrarme con que al menos yo puedo ver mi hija, cuando otros padres no pueden ni siquiera eso, sus palabras, lejos de servirme de consuelo, no pasan de ser un bien intencionado insulto.

Me pregunto qué hubieran contestado Martin Luther King y Malcolm X, si durante la efervescencia del movimiento en pro de los derechos civiles de los negros, alguien les hubiera dicho que deberían sentirse satisfechos de que al menos ya no eran esclavos. Yo estoy convencido de ambos se hubieran sentido tan ofendidos como me siento yo cuando alguien me pide que me resigne con el estado actual de las leyes de custodia, estado que perpetúa la desigualdad de los géneros al primar el rol de la madre sobre el de padre

La vida humana sin dignidad no es vida humana. Y vivir una vida de segunda clase, ser degradado de padre a vicepadre, es indigno. Cualquier cosa menos que la igualdad es inaceptable. Ningún ser humano deber aceptar ser tratado como menos de lo que es. Somos padres, no niñeros de nuestros hijos, no el señor que los visita de vez en cuando y que sólo es importante para suplir dinero. Somos padres y ya es hora de que exijamos ser tratados como tales.

No podemos aceptar que la inmensa mayoría de las custodia se otorguen indiscriminadamente a un género, desechando los derechos del otro. No podemos aceptar que la carga económica de la crianza de los hijos recaiga sobre un género, dejando que el otro utilice el dinero asignado a la crianza de los hijos sin ningún control que verifique que dinero está siendo usado para lo que se asignó. No podemos aceptar que niños que no son huérfanos sean obligados a vivir como tales por decreto de las cortes.

Ya es hora de que la lucha comience.

Nuestros hijos nos esperan.

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