domingo, 19 de abril de 2009

Sobre la virtud de la paciencia


A río revuelto, ganancia de pescadores.
Proverbio hispano

Provocar a tu enemigo para que cometa errores es una antigua táctica de guerra usada por estrategas a través de la historia. Ilustres generales han realizado acciones en contra de sus enemigos con el solo propósito de forzarlos a reaccionar de manera desorganizada, permitiéndoles usar esta desorganización en su favor. Un ataque sorpresa o un acto de humillación ejemplar han sido muchas veces la diferencia entre la victoria y la derrota.

Pero esta táctica tiene muchas aplicaciones más allá del campo de batalla.

Muhammad Alí solía insultar y abofetear a sus oponentes con golpes inofensivos, solo para hacerles perder la paciencia. Durante este momento de reacción caótica, su oponente perdía también el control racional de sus acciones, cometiendo errores que bajo circunstancias normales nunca hubiera cometido, y Alí ejecutaría entonces un ataque que habría planeado concienzudamente, ganando fácilmente a un oponente extremadamente difícil.

Esta táctica no es una extraña en el campo de las relaciones de familia, especialmente cuando el asunto en discusión es la custodia de los niños. Muchos hombres divorciados han sido atraídos a situaciones de reacción desorganizada con el solo propósito de usar sus reacciones para bloquear su contacto con sus hijos y, en última instancia, para cancelar sus posibilidades de obtener su custodia.

El avatar más común de esta táctica sería como sigue: Un padre divorciado se encuentra con su ex-esposa por cualquier razón (recoger sus hijos para estar con ellos o traerlos a casa después, una llamada telefónica entre los padres, etc.), su ex-esposa le inflige algún tipo de violencia física o verbal, el padre reacciona acorde en una forma análoga, la ex-esposa va a corte a solicitar una orden de protección porque el padre fue violento y amenazante, el padre no puede acercarse a su ex-esposa, y porque ella tiene la custodia de sus hijos, él tampoco se puede acercarse a sus hijos. Misión cumplida. Su propósito real nunca fue poner barreras entre ella y su ex-esposo, sino entre su ex-esposo y sus hijos.

Estén alertas. Esperen la serpiente escondida.

Aunque yo sé que es fácil de decir y difícil de hacer, la única respuesta adecuada es la vieja virtud de la paciencia. Tener sus hijos en mente, visualizar el feliz futuro que tendrán con ellos, comprender que el momento actual es solo un entrampamiento para hacerles perder todo lo que aman, les hará pensar dos veces antes de reaccionar a cualquier provocación, a cualquier desafío. Y si son cristianos, y aún si no lo son, mediten en las palabras de Jesús:

Cuando la mujer está para dar a luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño, ya no se acuerda de la angustia, por la alegría de que un niño haya nacido en el mundo. (Juan 16:21)


Paciencia. Vendrá un día cuando todo lo que estás sufriendo ahora parecerá pequeño, hasta risible. Vivan para ese día.

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