domingo, 23 de noviembre de 2008

Por los derechos de las mujeres


Digo que los derechos de los hombres no son sólo los derechos de los padres: son también los derechos de las mujeres.

Digo que nuestra lucha por los derechos de los hombres es también la lucha por los derechos de las mujeres, por que si bien es cierto que en las cortes de familia aún la balanza se inclina a favor de las madres, en un futuro muy cercano, cuando las leyes protejan los derechos de ambos progenitores no importa su género, debemos asegurarnos de que esas leyes estén formuladas de manera que la balanza no se incline en la dirección contraria, algo que ha ocurrido infinitas veces en la historia cuando llega el momento de los ajustes y la correcciones (¿recuerdan la Revolución Francesa? ¿Y a la violencia urbana desatada en la Sudáfrica posterior a la caída del apartheid?). Sólo mediante leyes claras y cortes justas podremos realizar esta tarea.

Digo que nuestra lucha por los derechos de los hombres es también la lucha por los derechos de las mujeres, porque el actual estado de las leyes perpetúa el fósil ideológico que afirma que los hombres pertenecen a la calle y las mujeres a la casa con los niños, limitando así el espectro de acción de las mujeres divorciadas con hijos. Y esto va desde lo extraordinario a lo ordinario, desde la mujer que desde que se divorció ha tenido que relegar su carrera profesional a un segundo plano porque no tiene tiempo para ella, hasta la que, como una mujer confesó a un militante pro custodia compartida en Puerto Rico hacía años que no iba al cine porque la situación posterior al divorcio había truncado su vida social. Luchamos por leyes justas que asignen iguales responsabilidades a hombres y a mujeres, leyes que inserten a los hombres en la vida familiar que les corresponde por derecho propio, y liberarían a las mujeres de tener que cargar totalmente con la crianza de los hijos.

Digo que nuestra lucha por los derechos de los hombres es también la lucha por los derechos de las mujeres, porque en el estado actual de las cosas, a aquellas mujeres que les ha tocado vivir con hombres divorciados con hijos, viven con la tensión continua de compartir la presión emocional social y económica a la que las leyes actuales les somete. No hay peor enemigo para un nuevo matrimonio que una antigua esposa que se dedique a sabotearlo.

Digo que nuestra lucha por los derechos de los hombres es también la lucha por los derechos de las mujeres, porque muchísimas tías, abuelas, madrinas y otros familiares de hijos de padres divorciados se ven negadas de contacto con los niños que aman, porque cuando las cortes bloquean el contacto de los padres con sus hijos no sólo los bloquean a ellos, sino a toda su familia.

Es por todo esto que no es extraño entonces que líderes de grupos pro custodia compartida, como Ana Isabel Gorduño de Amor de Papá en México y Anneliese Garrison de Parents Without Custody of Southern New Jersey sean mujeres. Ellas han comprendido qué es lo que está en juego en esta lucha.

Ya es hora de que hombres y mujeres seamos iguales ante las leyes. Luchemos por conseguir esta igualdad. Nuestros hijos nos esperan.

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