domingo, 5 de abril de 2009

El efecto Lucifer

El psicólogo social Philip Zimbardo dirigió en 1971 el Stanford Prison Experiment, en el cual estudiantes universitarios voluntarios asignados al azar a ser guardias o confinados en una prisión simulada. Aquellos estudiantes actuando guardias exhibieron comportamiento sadista, cruel, autoritario y abusivo.

En su libro The Lucifer Effect: Understanding How Good People Turn Evil (Random House, 2008), Zimbardo conecta ejemplos históricos de injusticia y atrocidad, especialmente el de la prisión Abu Ghraib en Irak. Encontró que casi cualquier persona, dada las influencias "situacionales" correctas, puede ser empujado a abandonar sus escrúpulos morales y a cooperar con la violencia y la opresión. Él insiste que en casos como el de Abu Ghraib, debemos culpar a la situación y al sistema que la construye.

Cualquier grupo que tenga poder sin supervisión o responsabilidad por sus acciones, hará lo mismo que los estudiantes del Stanford Prison Experiment hicieron, volviéndose sádicos, crueles, autoritarios, y abusivos. Recuerden cuando a los alemanes arios les permitieron hacer a los judíos alemanes lo que ellos quisieran sin ninguna consecuencia legal. Recuerden los horrores de Rwanda, cuando a los Hutus se les permitía y estimulaba a matar Tutsis. Nosotros, los seres humanos, somos un animal peligroso.

Lo he dicho antes: el problema con las cortes de familia no son las mujeres, es adjudicar poder casi absoluto a un género específico, estableciendo una jerarquía que en esta caso está basado en el género, pero puede basarse (y ya lo ha estado anteriormente) en raza, etnia, religión, etc. Los problemas que los padres confrontan en el mundo occidental, son confrontadas de una manera aún más terrible por las madres en el mundo oriental y en África. El problema no son las mujeres, son las estructuras sociales, legales y políticas que sostienen la desigualdad entre los géneros.

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